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Sobre la traducción

Si la obra original tenía ya un importante valor historiográfico, el proceso de traducción y edición de la versión castellana (1841-2) aumentó su complejidad crítica y su interés para el estudioso de la historia literaria, al fundirse en su texto, en un mismo plano textual, las consideraciones del autor ginebrino con las de sus dos traductores.

En efecto, José Lorenzo Figueroa (las primeras tres lecciones) y José Amador de los Ríos (el resto de la obra), entablan un diálogo con el texto original, y lo transforman en un producto más asumible y consumible por el sistema literario español: no se limitan en absoluto a un trasvase lingüístico del original francés al español, sino que realizan una tarea amplia de corrección y complementación del texto. En consecuencia, el texto que se publicó en la versión española de 1841 y 1842 en dos volúmenes debe considerarse, más que como una obra atribuible únicamente al erudito ginebrino, como una historia de la literatura española polifónica y en ocasiones verdaderamente palimpséstica.

Dichos añadidos adquieren diversas formas: notas y apéndices añadidos a las lecciones originales; nuevas lecciones inexistentes en la obra francesa, o comentarios directos, insertos en el texto y en muchas ocasiones refutatorios, de las palabras del autor. De esta manera, el texto producido por los traductores se presenta en pie de igualdad con el original, intercalándose y superponiéndose a él, e incluso anulándolo sin permitir el acceso al texto de origen. Así lo justifican en la introducción:

Al fin de cada lección irán notas y apéndices del traductor que completen y corrijan el trabajo del original. Y cuando éste omita alguna época o autor literario cuyo conocimiento no deba omitirse en la historia de nuestra literatura, supliremos esa falta con lecciones originales. (Sismondi 1841-2: I,  16*).

Solo siento que la obra original no sea perfecta, y verme obligado a escribir notas, apéndices y aun lecciones enteras que por mi escaso saber no llenarán dignamente los vacíos del autor. Pero al Ateneo pertenecen hombres cuyos talentos y erudición se emplearían con más utilidad en esta obra, y a ellos les ruego encarecidamente enmienden mis errores y suplan mi ignorancia. (Sismondi 1841-2: I, 5)

Como demuestra la edición multilingüe y alineada que presentamos, estas modificaciones de los traductores, realizadas treinta años después de la publicación original, muestran dos tendencias principales de divergencia con respecto a él: son, por una parte, reflejo del progreso de los principios críticos e historiográficos románticos en España, y de las modificaciones sufridas por el canon durante estos años, debido a la aparición o reedición de nuevos documentos hasta entonces desconocidos, y a la evolución interna del campo literario; pero también, al mismo tiempo, representan la reacción del orgullo nacional de dos historiadores españoles contra una crítica, la de Sismondi, que consideran ajena, intolerante, cargada de prejuicios y en ocasiones demasiado severa con algunas de las obras cumbre de la literatura española.

En su conjunto, el cotejo de las palabras originales de Sismondi con las respuestas de sus traductores, ofrecen un documento de un valor inestimable para apreciar el proceso de adaptación y aceptación de las ideas literarias románticas (singularmente, de los postulados de los hermanos Schlegel) en España, así como la(s) distancia(s) (geográfica, cronológica, cultural o incluso religiosa) que separan al erudito ginebrino de sus traductores españoles.